Invitado Mar Nov 16, 2010 7:24 pm
-¿Encerio me pondrás a correr ?
Esta se echo una carcajada y asinio.
-"Si, sobre el fuego de Izanagi y de ahi tendras que mover el monte Fuji roca por roca para que me hagas una casa"- rio divertida, mientras estrechaba la mano de su animado esposo.
Ella lo empezo a guiar por entre la fria nieve que se esforzaba por robarle suaves titiriteos de labios, pero solo apretaba la mano de su amante.
Lo volteo a ver antes de entrar al blanco bosque y le sonrio con amor, como si viera la luz por primera vez.
-"Te mostrare mi lugar favorito en todo el mundo"- susurro, mientras se adentraban a los alisos del bosque prohibido, aquel al que solo los lobos salvajes se atrevian andar, mas sin embargo para un ookami, ese bosque solo era su jardin de juegos.
El silencio abarrotaba los oidos de la pareja, y el infernal frio atacaba sin consideracion los rostros de ambos. Pronto estuvieron tan en el centro del bosque, que los blancos cabellos Ayami y su tersa piel marmoleada la hacian parecer Yukionna de endemoniados y ala vez enamorados ojos borgoña que resaltaban singular.
Un fuerte ruido se iba amplificando conforme avanzaban, rompiendo la falta de sonido, al grado de conseguir confundir a quien no estaba preparado para el repentido ruidasal.
Y entre los blancos matorrales muertos, un destiladero enmarcado por una cascada que presurosa en agua cristalinamente azul caia regada por un riachuelo corriente.
Ayami se quedo unos minutos absorta en la imagen, soltanod un suave pujido. Apreto mas fuerte la mano de Jamal.