Gitan du Rouge Moon.
Anotación:
Los invitados únicamente pueden ir de Blanco o Rojo. Y de gala.
Hasta sus guarda espalda deben de ir de gala.
Casa principal del acaudalado y honorable clan HEBI.
La luz de la luna proyectaba magnifica sombra al camino de majestuosos árboles que marcaban la llegada hasta la gran residencia Hebi, que alumbrada en todo su esplendor daba la bienvenida aquellos invitados –y no invitados- que gozarían de una de las fiestas mas exclusivas y elegantes de todo Japón.
El tema: Luna roja, daban una idea de la riqueza del clan, haciendo que sus invitados llevaran sus atuendos en los colores representativos del gran astro que aquel día celebraban.
Los carruajes, hacían una larga cola desde el final del camino con árboles hasta el atrio de la mansión donde mayordomos y mozos –vestidos en color beige con un moñito rojo- esperaban solemnemente la llegada de los huéspedes, ofreciendo la mano vestida con guantes, a primorosas mujeres abrigadas con costosos abrigos de piel, las sedas, encajes y tunecinos finos se podían percibir debajo de los abrigos. Mientras que los caballeros, en aquellos únicos y fantásticos trajes traídos desde occidente.
Desde el exterior las risas se escuchaban por toda la mansión, mientras que por dentro colores negro y plata estremecían a mas de uno, arriba sobre sus cabezas en el salón principal, dos grandes arañas de cristal, llenas de velas y joyas, daban una sensación onírica al entorno.
Las paredes vestidas de un negro profundo contrastaba totalmente con las vestimentas blancas y rojas de los invitados. Mientras que las cortinas de gamuza también oscuras, estaban revestidas por un elaborado tejido de cristales y diamantes.
Las puertas estaban abiertas al jardín donde había más gente hablando y riendo a carcajadas. Se había posesionado ahí la pista de baile que aún no era utilizada, mientras que algunos caballeros se encontraban en el salón de pocker degustando de la soledad masculina.
Mas allá, en un salón especial, el solo de piano y violín tocaban habilidosamente por un maestro que combinaba con la decoración. Aún los anfitriones no se presentaban, lo que dejaba mucha expectativa en los invitados, todos querían regalar las felicitaciones, otros mas entablar conversación con el recién llegado (por el que se hacía aquella fiesta) y otros mas –fuera de lugar- simplemente querían ver si podían colarse al cerrado ELITE del clan.
Algunos jefes Yakuza habían sido invitados, lo que le daba un toque aun más exótico aquella extravagante fiesta.
Las bebidas se ofrecían y eran bebidas, los aperitivos se ofrecían y eran comidos, los billetes se ofrecían y era quemados... bastardos millonarios.
De momento, la puerta de uno de los salones se abrió y la orquesta salió, como militares a la guerra, subieron al pedestal, era una gran orquesta, que comenzaba a acomodarse, las miradas se posaron sobre ellos, era indicio de que pronto todo comenzaría.
Mientras tanto, en una de las habitaciones superiores, un hombre rubio terminaba de acomodarse el traje que había mandado a traer desde Italia. Le quedaba bien desde luego, pero había algo en la noche que lo inquietaba.
Se sentó en el borde de la cama y comenzó a morder los lentes de lectura que solía utilizar. Después se acomodo los guantes sospesando la idea de declararse enfermo y no salir. Sin embargo. Tomó aire y se acercó hasta su escritorio donde aseguro bajo llave algunos papeles. Se miró al espejo nuevamente acomodándose el corbatín que tenía que utilizar por la ocasión.
Sólo de piano y violín.