Japón Monogatari

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Descubran la historia de la guerra entre Clanes legendarios, guerreros unicos en medio de una tierra de criaturas mitologicas


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    Kurosawa Ayame
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    Mensaje  Kurosawa Ayame Miér Ene 20, 2016 4:37 pm

    Era un lugar que le provocaba un profundo respeto. Casi diría que miedo aunque prefería no aceptar esa parte de ella que tenía miedo de la vida, después de todo había estado esperando casi 15 años por la oportunidad de probarle al mundo su valía, y al fin su madre había aceptado que las ideas de su padre no estaban tan erróneas, que la chica necesitaba y merecía tener un entrenamiento como se debía.

    Extrañaba a su padre si, por sus reiteradas ausencias, pero el estar enlazándose con una parte del hombre tan importante como eran sus raíces, y el clan mismo al que pertenecían, era una manera de estar conectados. Así que mientras se adentraba en el bosque desde muy temprano, sabiendo que llegaría con los pies adoloridos, prefirió olvidar los detalles mundanos y centrarse en el profesor que iba a conocer. ¿Sería chica o chico? Tal vez era un anciano que con algo de suerte conocería a sus padres y por lo mismo podría hablarle del paradero actual de su progenitor.

    Lo que no se esperó fue encontrar de hecho a su padre allí, cuando estuvo a las puertas de la casa de los lobos. Como era la hija de uno de los capitanes no tuvo problemas en que se le permitiera ingresar y cuando estuvo ya del otro lado, su emoción se disparó. Su corazón parecía latir en exceso y aunque estaba extenuada por el viaje, no podía sentirse más dichosa. Antes de que pudiera cruzar muchas palabras con el Kurosawa mayor, él se despidió por tener otra ocupación que claro, no le reveló. La chica bufó pero pronto se sintió animada de nuevo a medida que avanzaba a donde se suponía que quien la entrenaría estaría.

    Pero... No había nadie allí—. ¿Hola? Soy Kurosawa Ayame —se presentó al aire en lo que parecía ser un pequeño descanso o claro al lado de una de las zonas de la casa. La fuente con agua cerca de ella le llamaba la atención pero temía ser considerada en exceso infantil si se agachaba a mirar que tanta profundidad tenía o los colores de las piedras de la orilla.
    Kudara Ran
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    Mensaje  Kudara Ran Miér Ene 20, 2016 5:00 pm

    Una de sus responsabilidades como hijos del líder era entrenar a los nuevos reclutas, dejarlos en la mejor condición posible en caso de que se diera algún acontecimiento como aquel en el que muchos habían caído. Los más jovenes en aquel entonces se había librado de ser asesinados cruelmente, él era uno de ellos, tendría unos 10 u 11 años, aún lo recordaba con bastante claridad, inclusive, jamás iba a admitir que tenía recurrentes pesadillas con aquel episodio que había sido un claro aviso para todo el clan de que eran humanos y que los dioses, aunque estaban de sus lados, no iban a pelear por ellos.

    Por otro lado, los niños de aquel entonces, ahora eran los adultos que tenían en sus manos las riendas del clan y el bienestar de las futuras generaciones. Aunque se debía de admitir que de las familias fundadoras y legendarias, quedaban muy pocos. La familia Yura había sido erradicada por completo tras la traición y desaparición de la última heredera de esa familia, ella había dado a luz a niños sin embargo esos niños eran de los Yakuzas, nada se podía hacer. La familia Kishimoto se había evaporado recientemente las mariposas los habían detectado en Kanto y fueron brutalmente asesinados, nadie sobrevivió. El linaje Ogawa había muerto junto con su último descendiente en un asalto fortuito por parte de los Yakuza en una excursión a Nagoya. El número de lobos de antaño disminuía considerablemente rápido.

    Eran menos las madres viudas de los guerreros que mandaban a sus hijos al clan, y no era para menos nadie quería ver morir a su prole, sin embargo era un mandato que todos aquellos que conocieran la causa se unieran a ella, no se trataba de vivir o ver un mañana, se trataba de sobrevivir para conseguir las dagas porque sí esas cosas místicas caían en manos de los Yakuza, las Mariposas o cualquier otro clan enemigo, el fin del mundo como se conocía estaría cerca.

    Esa mañana le había tocado ir a cabalgar y hacer practica a campo abierto a las faldas de las montañas desde la madrugada, recién regresaba cuando le fue avisado que su nueva aprendiz estaba ahí.

    -¿Otra chica? -cuestionó con irónica diversión, no se creía que hubiera más mujeres que hombres dispuestos a patear culos.

    Sin camisa se acercó por el interior la casa hacia el patio de la fuente donde normalmente se meditaba, se sentó en el umbral de la puerta viendo a la pequeña visión que parecía una niña, a sus ojos todos aquellos que no habían visto la sangre correr eran niños. Sato, su asistente, llegó hasta un costado de Ayame.

    -Hola... -sonrió timidamente, era un chico de 13 años mucho más enano que la propia chica, cargaba con esfuerzos una katana, una higonokami, un paquete de kanzashis, arco y las flechas, así como listones de seda, dejando caer todo a los pies de la chica hizo una profunda reverencia, después huyó avergonzado.

    -Tienes diez minutos para acomodarte todo eso -habló con voz alta y clara Ran desde donde se refrescaba, llevaba desnudo el dorso, sólo llevaba puesta la hakama negra-. Iremos a practicar al campo de entrenamiento de la zona oeste que está a 13 kilómetros dentro del bosque... -señaló incorporándose-. Date prisa, mocosa -ordenó bufando-. Iré por mi caballo, tú irás caminando... -inquirió.
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    Mensaje  Kurosawa Ayame Miér Ene 20, 2016 5:30 pm

    Kurosawa Hideyoshi, siempre había sido muy cuidadoso cuando estaba frente a su joven y única hija. Si bien se había bañado con ella los primeros años, ella nunca tuvo memoria de esa época pues pronto fue dejada al cuidado de su madre. La figura del hombre por tanto no le era mostrada de ninguna manera más que con la ropa apropiada encima, así que la primera vez que tuvo que ver a un chico con una débil vestimenta se sintió mareada por la sorpresa.

    Su reacción al ver aparecer a un joven de edad dudosa en esas condiciones fue bastante similar. Se quedó mirándolo unos segundos antes de apartar la vista mientras intentaba recomponer su respiración, y cuando otro se acercó dejando un número grosero de implementos en el piso ella se sintió algo perdida—. Hola… —alcanzó a saludar pero el ayudante ya iba corriendo lejos y la niña se sintió repentinamente mal. Estaba acostumbrada a llevarse bien con otros, a que fueran amables y claro, que no huyeran lejos de ella.

    Pero no podía olvidar la presencia del nudista. Así que carraspeó e iba a girarse para ver si ya se había vestido cuando la voz grave llegó a sus oídos. ¿Qué tenía diez minutos para qué? Frunció el ceño con molestia, pues estaba acostumbrada a otro tipo de trato con las personas que se rodeaba, no a que la mandaran como si nada, menos sin presentarse siquiera. Y encima tenía que seguir caminando? ¡Si acababa de llegar todo el camino por el bosque a pie! Por poco le falla la fuerza de voluntad solo de pensar en los kilómetros restantes—. No soy una mocosa, mi nombre es Ayame y ya casi cumplo quince años —replicó sin ánimos de callarse a tiempo—. ¿Y usted es...? —preguntó intentando sonar amable aunque la voz le había salido algo seca. Su mirada prefirió mantenerse en el piso por amor a la decencia.

    Ya había contabilizado todo lo que estaba en el suelo pero la verdad era que no tenía ni la menor idea de donde iba cada cosa. Claro que había observado antes a guerreros vestidos, pero de ahí a aprender como disfrazarse de uno… Existía una ligera diferencia—. ¿No sería mejor que llevara algunas de las cosas en el caballo? —preguntó lo más suave que pudo, aunque pronto se arrepintió de su propia valentía y se agachó para tomar primero la hinogokami. No le encontró lugar más que en su bolsillo pero lo demás no parecía ser tan fácil de ubicar.

    Se colgó el arco, cruzado, pero las flechas no tenía donde ponerlas. Y todavía le quedaban los listones, que estaba segura que tenía que usar también, pero desconocía de qué forma. Fueron esos los que tomó después y se quedó mirándolos con la duda marcada a fuego en el alma aunque de fuera parecía que simplemente los observaba atenta. Ya estaba comenzando a temer que la idea de entrenar de ese modo iba a ser peor de lo que ella se había imaginado siempre, pero era muy pronto para darse por vencida si apenas estaba comenzando.
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    Mensaje  Kudara Ran Miér Ene 20, 2016 5:52 pm

    ¿Qué sí se divertía molestando a los nuevos? Claro que lo hacía, sobre todo sí eran más jovenes y se sentían valentones. Torció la sonrisa al darse cuenta de dos detalles muy importantes, la primera es que ella era hija de uno de los capitanes de escuadron, Hideyoshi-sensei, por otro lado, y ante lo mostrado, ella no tenía idea de como ponerse las cosas. Volvió a reír entredientes y se regresó.

    La yukata negra que debía cubrir su cuerpo seguía colgando de sus caderas. Cogió agua de la pequeña fuente para mojar un paño de tela y secar el sudor de su cuello y pecho, mojó su rostro junto al cabello que empezó a chorrear. Regresó hasta donde la niña. Clavó sus ojos grises en ellas y le quitó el arco, para pasar primero las flechas, después acomodo el arco, quitó de las manos de la menor las cintas y se flexionó para quedar hincado a la altura del vientre de ella, sin pedir permiso empezó a pasar sus manos por la cintura para ajustar con las cintas de forma adecuada la katanaque quedó bien amarrada. Sacó la pequeña navaja de la bolsa y en cambio, y sin pedir permiso otra vez, cogió el último trozo de tela para meter la mano por debajo del kimono y amarrar la cinta al muslo donde también ajusto dicho punzocortante.

    -Así es como se pone esto -susurró mirándola aún a los ojos, se incorporó no sin antes acariciar fugazmente la pierna y caminar hacia donde esperaba su caballo.

    -Me llamo Ran -inquirió-. No soy tu sensei, no soy "-san", no soy -"kun", no soy "-sama", sólo soy Ran, si me causas problemas dejaré de enseñarte, sí en batalla me estorbas te voy a cortar, si pierdes el paso te voy a dejar atrás, trabaja duro, no es mi problema si eres lenta para trabajar, y la siguiente vez deberás usar una hakama y yukata -mostró sus ropas de hombre-. A tu edad Yura Ayami ya manejaba seis estilos diferentes de pelea y estaba puliendo su técnica familiar... estas grande para comenzar a aprender el Ryuhakeii -este era el estilo de familia de los Kurosawa-. Hideyoshi-sama me ha pedido personalmente que te entrené pues él me enseño ese estilo de pelea en katana, así que tú me dirás hasta donde quieres avanzar... no me importa que seas mujer vas a entrenar tan duro como todos... Kurokami Arick a tu edad había derrotado a medio clan Hebii así que cualquiera puede hacer cualquier cosa que se proponga... ¿estás de acuerdo? -preguntó empezando a cubrir su cuerpo con la yukata. Recogió sus katanas para colocarlas a sus caderas. Ya le llevaban su caballo. En total la chica tenía alrededor de unos 5 o 6 kilos extras que debía cargar contando el portaflechas, las flechas, el arco y la katana de metal.

    -Sí es así, es hora de irnos... -
    susurró montando-. Vamos, Ayame -ordenó haciendo que el caballo avanzara.
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    Mensaje  Kurosawa Ayame Jue Ene 21, 2016 5:35 am

    La situación comenzó a tener de pronto un tono surrealista. No es que ella conociera la palabra, sino que se sintió ajena a todo en el momento en que el que al parecer era su instructor se decidiera a vestirla sin decirle ni una palabra. Se obligó a callar todos los miramientos que tenía mientras la trataban como si de una muñeca se trataba y aunque la ira iba subiendo en su interior, supo que no era el momento de ser explosiva. Saber que ella era la que había fallado en ese momento por desconocimiento la golpeaba en lo profundo y eso era lo que mantenía atada su lengua que solía normalmente siempre tener algo para decir.

    Pero una cosa era que le ajustaran los implementos por encima y otra que se metieran dentro de su ropa—. ¡Hey! —casi chilló sin poder apartar la vista de la contraria. Helada se quedó y asustada por partida doble al percibir que su piel se erizaba por el último toque del hombre. Su mente se negó a llevar ideas muy lejos porque todavía era un alma pura y se convenció —de manera ciega— que el roce extra recibido había sido casualidad. No, no, ya no quería pensar en eso, prefería aprender cómo hacerlo sola de ahora en adelante. La única que se había ocupado de ayudarla a vestir todos esos años era su madre o alguna dama de confianza. ¿Quién era él para tocarla?!

    La respuesta le llegó antes de lo esperado. Se grabó el nombre con un breve asentimiento y aunque estuvo al borde de preguntar qué tenía contra los sufijos la verborrea contraria le hizo confundir sus dudas con otras nuevas—. Entendidocreo, le faltó agregar. Eso hasta que un nombre inesperado le fue mencionado y la ceja de la señorita se alzó en su rostro—. A mi edad claro… Y mira como terminó —susurró con disgusto profundo. Inevitable pues ella si le era leal a su clan, bien podía no ser la mejor en la pelea, y no tener idea de muchas cosas, pero al menos no traicionaba a los suyos de buenas a primeras como lo había dicho la mujer que le resaltaban como la gran heroína.

    No te daré problemas —aseguró en vez de responder que estaba de acuerdo. El escuchar el nombre de su padre le había devuelto la seriedad, tenía que hacerlo por él. Como casi todo lo que había hecho en su vida para agradar a sus padres. No tenía problemas con aceptarlo aunque le dejara cierto amargo sabor el tener claro que pocas cosas hacía por sí misma y para ella, ya tendría tiempo cuando creciera.

    Lo vio terminar de prepararse y montar a caballo. El peso que cargaba era uno que ella no acostumbraba pero apretó los labios comenzando a caminar detrás de la ruta marcada por el contrario. No iba pegada a las patas del caballo pues tampoco quería ensuciarse más de la cuenta o recibir alguna herida por error antes de tiempo, así que mantuvo la distancia prudente mientras se movía. Sus piernas temblaban ligeramente, pero las obligó a moverse, una después de la otra. Dudaba lograr llegar al otro lado viva, pero no podía regresar cuando el honor de su familia estaba en juego. ¿Si un chico podía, por qué ella no?

    Ran-sa… es decir, Ran —lo llamó luego de unos cuantos pasos, el silencio de la naturaleza le agradaba pero escuchar solo el caballo le estaba haciendo perder la cabeza—. ¿A qué edad estudiaste con mi padre? —preguntó con simpleza y una sonrisa casi soñadora en el rostro. Estaba cansada, a morir claro, pero saber que aprendería el mismo estilo que su padre le emocionaba.
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    Mensaje  Kudara Ran Vie Ene 22, 2016 5:15 pm

    No quiso ahondar sobre lo que había ocurrido específicamente con Yura Ayami, no señor. Pocas cosas se habían a ciencia cierta sobre la mujer, sólo los miembros más viejos y de profundas raices sabrían con certeza que sucedió, no obstante, él sabía el destino y decisiones de la mujer porque había sido su maestra y su padre había sido el líder quien orillado por la presión de otros miembros, en su mayoría detractores de los Yura, había tenido que mandarla a cazar.

    Sin embargo, le agradó que la chica ya no se quejara o empezara a llorar como niña mimada sobre esto o aquello, quizás existía una posibilidad de que ella superará todo el reto y saliera convertida en una guerra.

    Empezó a galopar con lentitud marcando el camino que él se sabía de memoria. Entonces recordó un detalle importante, aunque se lo diría después de que ella completara la prueba máxima. La miró de reojo y sonrió divertido cuando vino la pregunta. Aclaró la garganta.

    -Con Kurosawa-sensei estudié cuando tenía 15 años, él me acogió después de que Ayami-sensei desapareciera -expresó con respeto la miró de reojo-. Desde que soy un bebé Arick-sensei y ella se hicieron cargo de mí porque mi madre murió -contó mirando otra vez al frente. "Por eso no vuelvas a expresarte mal de ella", agregó en su cabeza, sí era una chica lista, que esperaba que lo fuera, entendería que no debía de ser imprudente, pues hasta él se desquiciaba a veces. Rió entredientes.

    -Sabes... en caso de que no funciones como guerrera... tienes buenas piernas... podría volverte mi amante y protegerte para que nada te pase -dijo ladino torciendo la sonrisa divertida-. ¿Sabes que las mujeres de nuestro clan son tratados como hombres, no? Así que en algún momento nos tocará bañarnos juntos en el mismo lugar, al mismo tiempo, separado por un par de centímetros... -jugó con sus cejas riendo otra vez. Se había percatado cuando la tocó del modo en que los músculos se tensaron, y peor, cómo ella lo había visto embelesada cuando se presentó con el torax descubierto.

    -El pudor es algo que no debe ocultarte, Himiko Tomoe... fue la primer samurai en nuestro clan, la guardiana de la daga... ella luchó inclusive cuando estaba siendo violada por los zorros... fue violada tantas veces que, según dice la historia, su intimidad quedó desfigurada -susurró-. En algún momento de ese salvajismo, ella quedó inconsciente, pero los zorros idiotas la creyeron muerta, ella aprovecho ese descuido y desnuda se incorporó para pelear contra sus atacantes. Mató hasta el último zorro que atacó aquella noche el santuario de la daga -su postura era impecable al cabalgar-. Ella desnuda y abusada pudo seguir adelante.

    La miró a quemarropa y sonrió, después su gesto se volvió serio.

    -No permitiré que te suceda nada, Ayame, sin embargo, no soy inmortal, soy humano, tus padres también lo son, y si te encuentras en una posición en la que necesitas de arrebatar una vida para que no te arrebaten la tuya... deberás saber mover la katana -exclamó con voz suave y siguió andando-. Por cierto... ¿Sabías que el verdadero nombre de Ayami, era Ayame? Y que por eso tu padre te puso ese nombre... Yura Okita, el padre de Ayami, era un intimo amigo de Kurosawa-sensei... -rió entre dientes para empezar a cabalgar más rápido.
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    Mensaje  Kurosawa Ayame Vie Ene 29, 2016 8:32 am

    Así que su padre había resultado ser el segundo maestro de Kurada después de la traidora. No la conmovió ni un poco que el chico soltara que ella lo había cuidado desde niño pues eso poco significaba con la situación que vivían actualmente, pero prefirió no decir nada para no terminar tan peleada con ese hombre el primer día. Se sabía cómo una niña todavía y por lo mismo no tenía aun la capacidad de defender lo que creía de manera correcta, pero su tolerancia tenía un tope.

    Lo que si golpeó nuevamente su ego fue que sugiriera la posibilidad de volverse su… ¿Su amante?! ¿Qué tenía que ver eso con el entrenamiento? Su mente que todavía no estaba bien fraguada para el doble sentido se perdió un poco en la parte de tener que bañarse con él, además de tener que verlo de nuevo y dejarse ver, en precarias condiciones, le costó asociar todo y darle una imagen en su mente que tuviera sentido—. No entiendo a qué te refieres, y espero que no le hayas dicho a mi padre lo primero —bufó y su mirada se clavó en un punto en medio de todos los árboles. Lo que menos quería era enfocar a su futuro instructor, que había resultado ser un pedante cualquiera y encima grosero.

    Y al parecer otra de sus fallas como ser existente era su gran boca. Porque pronto comenzó con un discurso desagradable a los oídos de la niña. ¿Qué quería exactamente que entendiera con eso? ¿Acaso la iba a entrenar para soportar violaciones?—. Dices que no me sucederá nada pero pareces esperar que me ocurran cosas terribles. ¿Qué intentas diciéndome todo eso?terrible era una palabra adecuada de hecho para la fatídica historia que el chico le acababa de comentar. Y que le había generado un genuino sentimiento de asco y algo de oculto temor. Preguntarle directamente que quería fue necesario aunque seguro se iba a considerar una falta de respeto pero cada segundo que pasaba con ese joven se daba cuenta de que no merecía sus muestras de obediencia.

    Como si le lanzaran agua fría fue la mención que hizo a su nombre y ella exhaló con notorio pesar. Si había algo más odioso que un hombre abusivo era uno que se creía saber todo, y ella que había escuchado cientos de veces la opinión que tenía actualmente Kurosawa Hideyoshi acerca de la tal Yura Ayami, bien sabía que no le guardaba el aprecio que se tenían los amigos, que también se sentía traicionado por ella—. Mi padre me puso este nombre para limpiarlo, por el cariño al padre de esa mujer, tú crees saberlo todo pero no lo conocesy yo tampoco, le faltó añadir pues ese último año su padre se había distanciado más que nunca de ella. Su corazón de hija estaba dolido pero entendía en parte la distancia a causa de los últimos acontecimientos en el mundo.

    Con tristeza bien escondida siguió caminando, tomando fuerzas de las palabras desagradables de Ran para continuar. No sabía si iba a aguantar siendo entrenada por él con ese temperamento que se cargaba y con todas las fallas que le encontraba. Su vida hasta el momento no había sido precisamente difícil aunque tampoco un camino de pétalos, ahora que podía comenzar a vislumbrar las espinas no sabía si su piel era lo suficientemente firme para aguantar clavarse unas cuantas, y aun estaba demasiado joven para entender varias de las cosas que ocurrían a su alrededor.


    No sabía cuanto habían avanzado cuando sus piernas dejaron de reaccionar. Sus rodillas temblaron más de la cuenta y
    sus pies se enredaron con una raíz en el camino haciéndola caer de bruces al piso, por suerte alcanzó a poner las manos para no romperse la nariz pero cada parte que había colisionado con la tierra le dolía—. T-todavía puedo seguir... No me ayudes —pidió con voz exhausta y trató de levantarse aunque sus piernas requerían al menos de unos minutos de tranquilidad pues se negaban a reaccionar.
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    Mensaje  Kudara Ran Miér Feb 03, 2016 6:02 pm

    Kudara era un chico que le gustaba joder cuando descubría que algo le molestaba a la otra persona, no era tan compasivo como los dóciles y nobles de sus hermanos, sin embargo, notó con cierto orgullo que había encontrado una espina en el orgullo de la menor, hablar de traidores. Había un par de cosas que quería enseñarle a la chica antes de empezar con las clases de kendo, aunque de todos modos, en eso último notaba como necesitaba mucho entrenamiento físico. Observaba de reojo como los pies se arrastraban cada dos o tres pasos, mujer terca, pensó pues era su propio orgullo lo que la mantenía caminando recta. No era precisamente su tipo de chica, al menos no aún, le gustaban un poco más grandes, con más experiencia y que se supieran defender, en caso de que hubiera una batalla que él no estuviera preocupado por si su amada estaba en peligro o no, ser un apoyo no un lastre.

    Y eso último quedó muy claro cuando cayó la pequeña mujercita.

    El chico bajó de inmediato del caballo pero se detuvo cuando la menor le pidió que no la ayudará. Se flexionó y frunció el ceño.

    -No te pensaba ayudar -susurró a la altura de la chica, medía el daño en el cuerpo ajeno, no se había lastimado nada de gravedad aunque el bonito atuendo se había ensuciado quizás las manos de la chica también habían perdido parte de su sedoso encanto. Mordió sus labios, claro que quería ayudarla, subirla al caballo y regresas, ofrecerse como yerno a Kurosawa y proteger a la florecita, sin embargo, estaba en contra de todos sus principios. Eso de ofrecerse como yerno, no es que fuera amor a primera vista, sino que le tenía un enorme respeto a Kurosawa-sensei y veía a la chica como el preciado tesoro de su maestro. Suspiró y se incorporó.

    Sabía que podía ser pesado todas las armas que ella llevaba, él usaba justamente lo mismo: Dos katanas, un O-tanto y un juego de sais, venía de entrenar, pero era totalmente diferente la situación entre él y ella, él estaba acostumbrado a lastimar su cuerpo para formar una mejor resistencia. La chica era una dulce doncella a la que se le estaba pidiendo ir más allá de sus limites.

    -Nada más piensa que sí alguien te estuviera persiguiendo, ya estarías muerta... contigo terminaría el apellido Kurosawa... ¿Cómo te sabe eso? -preguntó aún flexionado de cuclillas mirándola serio. Sacó de su interior de su yukata un paño sucio se lo extendió a la chica-. Es para que limpies la sangre en tu mano -señaló la palma de la chica que se había raspado-. Vamos... -pidió mientras que hacía que el caballo girara y le pegaba en un costado, éste comenzó a correr desbocado hacia el clan, eran caballos entrenados-. Iremos los dos a pie... -anunció al tanto acomodaba mejor sus propias katanas y su haori-. Aquí la temperatura baja muy drasticamente, así que ambos nos congelaremos si no somos capaces de regresar antes del atardecer... supongo que tu padre te dijo que empezaras a vivir en el clan, ¿no? Nos despertamos a las 6:00 para entrenar y después nos aseamos para desayunar, hacemos labores y ayudamos con lo que nos pidan los mayores, estudiamos y volvemos a entrenar... aún estás joven y "tierna" para salir a patrullar, pero cuando estés listas, ambos saldremos a las calles de la ciudad a patrullar para espantar cualquier tipo de alimañas como yakuzas o zorros -dijo moviendo las cejas divertido.

    -¿Segura que no necesitas ayuda? -ofreció su mano.

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