—Futuro líder, es un idiota —declaró seria Hiiro con una sonrisa torcida en los labios caminando unos pasos detrás del aludido, quien no podía quitarse la mano del rostro, llevaba las mejillas sonrojadas, la nariz, la frente, todo su rostro era un poema al carmín. Se detuvo al escuchar los animados pasos de aquellos estudiantes que habían aprobado, además de Hayato cinco más tendrían la oportunidad de convertirse Samurais de casta—. Maestro —susurró Hiiro deteniéndose también al ver como el menor se había flexionado en cuclillas aún cubriéndose el rostro.
En su rostro había una enorme sonrisa con la cual no podía seguir caminando sin ser cuestionado, y cómo él era un hombre que no daba mentiras, diría que había estado besándose con Hayato, que sus sentimientos eran correspondidos, que ese sería el inicio del futuro con el que siempre había soñado. Jamás se había preocupado por el verdadero poder del clan, claro que no, sí quería el liderazgo era por Hayato, para poder tomarlo como Wakka y así nadie más se atreviera siquiera a mal mirar a su forjador de katanas.
Hiiro se permitió sonreír ante la sonrisa sincera y pura de su amo, le daba alegría que se sintiera de aquella forma. Había visto crecer el amor de ambos y era algo que celebraba.
*
Llegada la noche la casa de los Kobayashi recibió varios extranjeros que usaban kimonos, se sentían "elegantes", no comprendía Tomoe cuál era la fijación de los extranjeros por la cultura y por quererse sentir japoneses, a su parecer se veían ridículos. Él como futuro líder se encontraba en una zona alejada de la fiesta junto a personalidades importantes de renombre en el clan, inversionistas y su padre, el líder. Kuma y Kyo estaban allá mezclado entre los demás miembros del clan, algunos festejaban con los nuevos miembros y otros trataban de consolar a los que no lo habían logrado.
—Shimada-sensei —habló Tomoe ofreciéndole una copa para festejar—. Felicidades, hizo alumnos fuertes... espero pueda seguir forjando buenos miembros.
—Gracias, joven maestro —sonrió Shimada dando un sorbo a su bebida—. ¿Me permitiría dirigirle unas palabras a usted y al líder? —cuestionó, el líder afirmó haciéndolo sentarse—. He visto de cerca el desarrollo de todos los alumnos, en especial de Hayato, y he notado que hay cierta cercanía con la familia principal.
El líder afirmó.
—Mis hijos se pelean por la mariquita —dijo Tsubaki evidentemente borracho pero sonriente. Tomoe frunció el ceño sin decir nada—. ¿También quieres meter tu katana en esa funda, Kou-chan? Te conozco desde que eras un bebé, Kou...
—No, señor. Sakurai es un excelente guerrero, es débil pero tiene pasión y devoción al clan —miró a Tomoe que estaba serio—. Así que como su sensei, le pido a Tomoe-sama tomé la educación de Hayato en sus manos... —hizo una reverencia. Tanaka, el otro sensei de Hayato se unió a la reverencia—. Ningún otro samurai podría enseñarle a Sakurai. Usted sería un maestro digno para Sakurai.
Líder enarcó la ceja y miró a su hijo que no mostró emoción alguna, tomó su sake haciendo que Hiiro sirviera más.
—¿Líder? —susurró Tomoe con sus labios pegados a la copa de sake.
—Hmp... ¿llevar a tu puta de viaje? —torció la sonrisa el líder—. ¿Acaso tiene el culo forrado en oro para que todos pierdan la cabeza por él? —preguntó y en ese punto Tomoe se incorporó sacando su arma, Hiiro se incorporó interponiéndose entre el líder y Tomoe.
—Maestro —pidió la chica. Tomoe tenía la mirada fría y seria contra su padre que no se inmuto, al contrario, soltó una estruéndosa carcajada.
—Vaya... así son las cosas Tomoe... ¿no? Oh, Tomoe-chan, serías un gran maestro... aunque antes de eso... —volvió a su gesto serio—. Adelante. Pero si lo vuelves un samurai mimado, Tomoe, sabes las consecuencias que eso atraerá para ti —amenazó el líder mirando a su hijo que no soltaba el arma, el menor estaba cabreado—. Vuélvete su maestro, Tomoe. Sigue los pasos de tu padre para convertirte en un líder digno —vaciló con una carcajada, el hombre dio un trago largo a su sake, miró el contenido vaciado, la copa ya estaba sin alcohol—. También recuerda que se acerca la edad de que des herederos... Tomoe-chan... —los ojos azules replica de los propios se encontraron.
—No lo he olvidado, padre —escupió con odio. Tsubaki se dio por satisfecho.
—Hiiro, Hiromi, lleven al joven maestro a los separos de aislamiento, ha bebido mucho —ordenó el líder mientras se acomodaba mejor en su lugar—. Y... avisen a Hayato que se preparé... el entrenamiento de Kou-chan habrá sido una lluvia de rosas a comparación del infierno que viene —espetó—. La música —vociferó jalando a una de las chicas dispuestas para la entretención del grupo.
Kuma miró a Kyo mientras que Tomoe era escoltado por sus dos guardaespaldas a su alcoba. Estaba enfurecido totalmente. Cuando llegó allá la puerta de la habitación de castigo fue cerrada, nadie desenfundaba un arma para amenazar al líder, era una falta grave. El samurai se dejó caer contra el tatami para cubrir con su mano su rostro que estaba al borde del llanto.
Hiiro y Hiromi se quedaron por fuera de la puerta haciendo guardia para que nadie entrara. Cuidarían ahí a su joven maestro hasta que le levantaran el castigo.